Transportar más de 70 bicicletas desde Buenos Aires hasta San Juan fue en sí mismo una aventura. Cada bici representaba meses de entrenamiento, ilusiones y nervios previos a la carrera. Nuestro equipo se ocupó de que todas llegaran seguras, listas para rodar. Ver el camión cargado rumbo a la cordillera fue un recordatorio de lo inmenso que es este deporte: no se trata solo de kilómetros, sino de todo lo que se mueve alrededor.
Una carrera no empieza en la largada ni termina en la meta: empieza cuando llegás a destino. En San Juan organizamos traslados especiales para corredores y acompañantes, asegurando que llegaran sin estrés a la acreditación —ubicada a 40 km del hotel— y, por supuesto, a la línea de salida. La idea fue que los atletas pudieran concentrarse en competir y disfrutar, sin preocuparse por la logística.
Este año recibimos a corredores de Brasil, Argentina, Chile y Paraguay, creando un verdadero cruce cultural en los hoteles. Cada desayuno compartido, cada anécdota en el lobby, se transformó en parte de la experiencia. Eso es lo que más nos gusta del Ironman: ver cómo el deporte derriba fronteras y genera lazos entre personas que quizá nunca se hubiesen encontrado.
Mientras los corredores se enfocaban en la competencia, armamos excursiones por la región de San Juan para sus familias. Porque un Ironman también es una oportunidad para descubrir un nuevo destino: probar un buen vino sanjuanino, recorrer paisajes de montañas y valles, o simplemente disfrutar en comunidad. Así, toda la familia vivió la experiencia, no solo el atleta.
El Ironman San Juan 2025 fue un desafío deportivo, pero también un recordatorio de por qué hacemos lo que hacemos: porque amamos ser anfitriones de momentos únicos, de esos que trascienden la carrera y se convierten en recuerdos para toda la vida.
Con Wanako, podés vivir cada Ironman con la tranquilidad de que todo está pensado para vos y los tuyos.